Concebida como obra artística, esta instalación explora las tensiones entre lo natural y lo doméstico a partir de una puesta en diálogo de elementos vegetales y superficies espejadas. Plantas carnívoras y alverjillas, dispuestas en recipientes de vidrio y acrílico, construyen una atmósfera que interroga la frontera entre la belleza y el riesgo, lo salvaje y lo controlado.

Los espejos actúan como recursos compositivos que expanden el espacio y multiplican la experiencia visual, generando perspectivas cambiantes e invitando a una percepción activa del espectador. La obra propone así un universo botánico cuidadosamente orquestado, donde la naturaleza reclama su lugar dentro de un lenguaje contemporáneo, abriendo preguntas sobre el artificio, la estética y la vitalidad de los seres vivos.

Fotos: Irina Khatsernova